miércoles, 14 de octubre de 2009

Pasando el día en Luarca

Aquí, tomando una sidrina con una gabiota...
Antes de nada, perdonad la calidad de las imágenes (hechas con móvil).

Al oeste de Cudillero se encuentra Valdés, Concejo poco conocido por este nombre, pues casi todos piensan en su capital, Luarca (en este caso no coinciden).
Aparcamos nada más llegar para recorrer la villa a pie y poder disfrutar de todos sus rincones y contrastes: pisos de nueva construcción (muchos en venta, ¡aprovechad!) y casonas impresionantes bien rehabilitadas para acoger alguna actividad oficial, junto a edificios bonitos pero ruinosos. El puerto hay que recorrerlo hasta el final de la barra, aquí hay un local que me encanta, una terraza en un ático, es todo lo espectacular que os podáis imaginar; se puede comer y/o cenar y no es tan caro como estáis pensando.

Si este estilo no os apetece en este entorno marinero y preferís más unas raciones en plan más popular hay un par de sidrerías recomendables (habrá más, pero no las he probado): Noray (aquí he comido los mejillones más grandes y sabrosos de mi vida) y el Mesón de la mar, con terraza al lado del puerto (parrilladas de pequeños mariscos a buen precio).
La lonja tiene actividad diaria alrededor de las 14 horas y a las 18, tengo entendido.








A la playa, a verla, aunque no esté el tiempo para baños.

Subimos por el barrio de pescadores de la Pescadería hacia El Chano, en el alto hay una ermita con una de las mejores vistas: puerto, villa y río. Desde aquí podemos llegar a los jardines de Panrico, indescriptibles, maravillosos en una ladera colgando hacia el mar. Se visitan en grupos de 8.
Bajamos hacia el puerto otra vez, vemos un bonito hotel tematizado con piscina y todo. Y en la c/ Uría nos tomamos un té (pincho, café o lo que sea) en la cervecería La Troya, muy acogedora, a mano izq. yendo hacia el Ayuntamiento.


Las tiendas de souvenirs que no falten, pero a mí me pierden las de toda la vida, hay una que saca sus frutas y verduras de primerísima calidad a la calle, lo que constituye un espectáculo para los sentidos. Cerca, una tienda tipo ferretería enorme, donde comprar de todo, y poco más allá una de conservas extras, ¡vaya tamaño tienen allí las cosas! (melocotones, lomos de bonito, etc.).
Nos resta subir al cementerio, yo lo haría a pie, callejeando por el barrio del Cambaral. Faro, ermita, cementerio, tabla de mareantes en el mirador de la Atalaya, todo en la misma ladera; otra de las grandes vistas de Luarca. En el cementerio uno se puede entretener buscando la tumba de D. Severo Ochoa y esposa o disfrutar del paisaje o simplemente ver las diferentes modalidades de enterramiento que aquí se dan. Me quedo con la de “en tierra” directamente, pero preferiría que no hubiese setos, me gustan más los campos abiertos y despejados. Aunque, si Cascos me cediese un “sitín” en el mausoleo familiar tampoco le diría que no.
De regreso a casa, vamos a entrar en el Parque de la vida; y como ya se está haciendo de noche, pararemos en el Observatorio a soñar mirando las estrellas.

2 comentarios:

  1. Para mi fue una tarde de las que no se olvidan, porque fue tranquila, relajante y en "muy buena compañia" (eso no es facil de conseguir).
    Y como recuerdo más inolvidable una infusión en otro rincon "genial".

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  2. Gracias Chus, por la buena compañía y por tu comentario. Tenemos que volver a los jardines y a tomar otra infu...
    Por cierto, no sabía que se podía opinar en este blog sin ser seguidor (no me entero!).
    Un abrazo.

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