lunes, 19 de enero de 2009

Invertir en calidad reporta beneficios

Hacer las cosas bien cuesta dinero, pero se trata de una inversión, no de un gasto. Implantar cualquier sistema de calidad al empresario le supone un desembolso importante: por un lado, las auditorías suelen ser caras, cuando no te las cobran expresamente tienes que pagar otros "impuestos". Y por otro lado, está la inquietud por una mejora continua, lo que se materializa en acciones de mejora cada año, que traducido significa que una parte importante de los ingresos hay que destinarlos a pintar habitaciones, sustituir lencería, cambiar colchones, renovar baños, etc, etc. Hay que tener la casa (hotel o lo que sea) al día, como si nunca hubiera sido estrenada.

Colegas del sector se muestran reacios a unirse a estos sistemas por este hecho, pero sobre todo, porque suponen un esfuerzo añadido, el de plasmar todas estas acciones en papel, los objetivos, los planes, los inventarios, los manuales de empleado, los calendarios de actuación, los planes de formación y un largo etcétera de documentos formarán parte de nuestro Manual de Calidad.

Tengo que reconocer que es un jaleo. Hay cosas que me hacen perder mucho tiempo y a las que no les veo funcionalidad alguna; pero otras muchas te facilitan el trabajo a la larga.

A todos los empresarios de alojamientos hoteleros y extrahoteleros les recomendaría trabajar bajo estos principios, porque te hacen ser más eficiente.

Pero también digo, que todos nos deberíamos unir para reclamar que aquellos requisitos superfluos que se nos exigen sean revisados y modificados. Por ejempo, en el terreno que yo conozco, las casas rurales, tenemos unos protocolos de actuación como en un hotel de ciudad, 5 estrellas superior y de 300 habitaciones o más. ¡Por favor, adáptenlos a los alojamientos rurales pequeños, sin empleados externos la mayoría de las veces.

Nosotros nos esforzamos, gustosamente, por tener nuestras casas impecables; pero hágannos menos tediosa la labor de documentación, que al final es la que menos influye en el beneficio de los clientes. Porque no olvidemos que el fin último de tanta inquietud por la calidad es conseguir la satisfacción del cliente. Yo no trabajo en manuales, ni hago reformas cada 2x3 por "colgarme medallas", no, lo que realmente me preocupa es que los clientes se encuentren a gusto en mis casas, tanto que no quieran marchar. Lo que hará que vuelvan, sin duda.




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